martes, 22 de noviembre de 2011

LAS CARTAS PASTORALES

Después de dos siglos de estudios críticos, las tres cartas pastorales no han llegado todavía a entregar por completo el secreto de su autor. Evidentemente no es posible borrar de un solo plumazo la unanimidad de la Tradición de la Iglesia de Roma y de los padres griegos a favor de la autenticidad paulina, pero la crítica moderna reprocha a las pastorales su estilo monótono, un vocabulario nuevo, una teología sin grandes alientos, una moral casi burguesa, unas posiciones conservadoras.
Además, tampoco acaban de encajar en el marco de la vida de Pablo, tal como nos lo da a conocer Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Estas dificultades son reales ciertamente, pero no son suficientes para compensar el peso de la crítica externa y el de los numerosísimos indicios psicológicos que revelan la presencia de Pablo: las escapadas doctrinales tan audaces a partir de un hecho concreto, la insistencia paulina en ponerse a sí mismo por delante como ejemplo o bien para humillarse y recordar sus juventud de perseguidor, la conciencia tan acendrada de su autoridad apostólica y de su unión con Cristo, el recuerdo de los hechos principales de su misión, su preocupación constante por organizar sus comunidades y por mantenerse estrechamente vinculado con sus colaboradores más cercanos, y finalmente ese lenguaje mordaz, que llega a veces al sarcasmo, para fustigar a sus numerosos adversarios o a las personas demasiado crédulas, y que hace a veces de este don de la caricatura verbal una obra maestra. Sin embargo, estas tres cartas se recienten quizás de la intervención de un secretario o conocieron tal vez una segunda edición después de la muerte del apóstol, a fin de adaptarlas mejor a las necesidades de la Iglesia romana.      
La secuencia actual de las pastorales, 1Tim- 2Tim- Tit, casi con seguridad se puede decir que no son los originales del Apóstol Pablo, sino que se debe, probablemente, a la esticometría: en una agrupación dada de textos, los que tienen más líneas preceden a los que tienen menos.
Puesto que 2Tim adopta la forma del nuevo testamento y última voluntad espiritual, predice la inminente muerte de Pablo (2Tim 4,6-8), debió ser en otro tiempo la carta final. Pese a su brevedad, Tito posee un saludo (Tit 1,1-4) de 65 palabras de extensión. De las epístolas del NT, sólo Rom y Gál tienen saludos más largos. Esto hace pensar que Tito fue pensada como la primera carta del corpus de pastorales, conclusión que se ve forzada por la observación de que 1Tim no tiene sección conclusiva propiamente dicha, de manera que facilita el paso a 2Tim. Las pastorales, por tanto, originariamente se leyeron en esta orden: Tit- 1Tim- 2Tim[1].
Sin embargo podemos decir además, que la colección de los escritos paulinos tardó varios siglos en adquirir su configuración actual en un corpus paulino de catorce escritos (Rom, 1.2Cor, Gál, Ef, Flp, Col, 1.2Tes, 1.2Tim, Tit, Flm, Heb)[2]

 



[1] Robert A. Wild, S.I., NUEVO COMENTARIO BÍBLICO SAN JERÓNIMO.(RAIMOND E. BROWN), Pág. 45.
[2] Senén Vidal, LAS CARTAS ORIGINALES DE PABLO. Ed. Trotta, 1996. Pág. 13

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