martes, 22 de noviembre de 2011

LA SABIDURÍA PERSONIFICADA

La sabiduría es la máxima virtud intelectual en razón de su objeto, que es la causa suprema, o sea, Dios.  Y puesto por medio de la causa se juzga el efecto, y por medio de la causa superior las causas inferiores, se sique que la sabiduría es juez de todas las demás virtudes intelectuales y le corresponde ordenarlas: es como la arquitectónica respecto de todas las demás. Se explica entonces que un Sócrates identificase al sabio con el virtuoso; la Escritura, por otra parte, hace lo mismo, mostrando la excelencia, extensión y ventajas de la sabiduría.
En todo el oriente mediterráneo antiguo, la sabiduría aparece como el arte de conducir y de organizar la vida humana, fundada sobre una experiencia acumulada por la tradición y decantada por una reflexión que a su vez se alimenta de esta tradición. En cuanto tal, la sabiduría es esencialmente el arte de los reyes o de sus colaboradores. En Israel, su introducción tropezará primeramente con la misma objeción que los profetas harán con la realeza, (1 Sam 8). ¿No es el Señor el rey de Israel? ¿No debe su palabra valer como la sabiduría? Sin embargo, lo mismo que la realeza será asimilada a ella con tal de que su principio sea el temor del Señor y la observancia de su mandatos (Prov 1,7) Así Salomón será considerado como el sabio por excelencia, por haber hecho de la sabiduría el objeto de su plegaria cuando la realeza judía se derrumbe, se precisará la idea de que Dios es el único sabio, como es el único rey, y que no hay otra sabiduría que el designio oculto en Él y que domina todo el curso de la historia, crean lo que crean los hombres. Finalmente este designio no puede ser conocido más que por su palabra, que revela a quien quiere. De ahí la identificación entre sabiduría y palabra divina, tan característica de los últimos libros sapienciales, y el paso de la sabiduría al apocalipsis, es decir a la revelación de Dios sobre su conducción sobrenatural de la historia, que se observa en el libro de Daniel. A la vez lo mismo que la palabra divina, pero más claramente todavía, se ve a la sabiduría tender a la personificación, aparecer como otro Él mismo que Dios envía al mundo para conformarlo a la imagen de su pensamiento vivo.
La sabiduría posee rasgos paradójicos: es una cualidad natural del hombre, fruto de la educación y la experiencia, pero también un atributo de la divinidad, que se le reserva celosamente y sólo la otorga como gracia a determinadas personas privilegiadas. Las sabiduría fue desarrollada en las escuelas filosóficas, en los medios aristocráticos. También nació como creencia en uno o varios dioses que poseen sabiduría como propiedad característica suya.
En algunos pasajes de la sagrada Escritura aparece como algo misterioso que viene de Dios y se parece al espíritu. La sabiduría en la doctrina israelita tiene influencias orientales, que presenta muchas veces la semejanza con la sabiduría de los pueblos vecinos, pero sin embargo, adquiere un carácter como algo dado por Dios, también como adquirido por el hombre.
Adquiere una forma de persona en los textos sapienciales porque ella reprende, instruye, ayuda, invita a escuchar, rectifica el camino del malvado, etc.
La personificación de la sabiduría es un fenómeno literario, ella se presenta ante el pueblo creyente actuando como un ser superior, con propuestas y exigencias que sólo puede hacer Dios u otro en su nombre. Esto parece ser un problema para los tratadistas, que llegan a preguntarse: ¿quién o qué es la Sabiduría personificada?
Pues el recurso a la personificación de la sabiduría, se puede decir como conclusión, es la mejor salida que el judaísmo encontró para defender su ortodoxia, la fe monoteísta en Yahvé se adaptó al máximo a las concepciones paganas, pero sin renunciar a su monoteísmo.
En cuanto a su origen como sabiduría personificada, unos la ponen en Fenicia, otros en Egipto, otros simplemente en la tradición veterotestamentaria, sin excluir otras influencias extranjeras.  

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