sábado, 19 de enero de 2013

CREADOS POR DIOS PARA SERVIRLO

El Señor nos ha dado tantos dones para usarlos en su servicio: las facultades sensibles como los ojos, los oídos, la lengua, las manos, los pies, la salud y la fuerza; y las facultades espirituales como la memoria, el intelecto y la voluntad; nosotros, ¿cómo hemos empleado todos estos dones?
Los ojos, tal vez los hemos usado para mirar objetos peligrosos; los oídos, para oír conversaciones frívolas y vanidosas; la lengua, para dañar al prójimo; la memoria, para recordar disgustos o injurias recibidas o cosas impertinentes; el intelecto, para investigar cosas curiosas o dañinas y no lo que Dios espera de nosotros; y la voluntad, para seguir nuestros caprichos y pasiones en vez de afirmar la voluntad de Dios.
Pero ésta no es la manera de servir al Señor y de cumplir las obligaciones que le debemos de estricta justicia. Necesitamos por eso enmendarnos y atender seriamente el servicio divino, ocupándonos con el máximo empeño de las cosas espirituales pertenecientes a la gloria de Dios, a la salvación y santificación del alma. 
Ánimo, entonces. Quedémonos, íntimamente unidos a Jesús. Hagamos lo que hizo en el Huerto de los olivos, cuando dijo al Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”.  Nosotros también podemos superar las repugnancias de nuestro carácter y las malas inclinaciones, siempre en cuando invoquemos la ayuda del Señor en la oración; así como Jesús, nosotros también saldremos triunfantes. 
Acudamos con confianza a María Santísima; ella que aplastó la cabeza de la serpiente y fue la fiel sierva del Señor, nos ayudará a triunfar del demonio y a servir perfectamente a Dios.

 Ejercicios espirituales. Octubre de 1881

6. EPIFANÍA: MANIFESTACIÓN AÚN NO COMPLETA

Celebrando la fiesta de la Epifanía, que significa manifestación, pidamos al Señor que se exprese muy claramente a nuestras almas. Digámosle: “Ya muchas veces Señor, me has esclarecido con los rayos benéficos de tu luz divina, pero aún no estoy completamente iluminada; aún hay muchas tinieblas en mí, que tú puedes despejar, y muchas dudas que puedes destruir. Ilumina mi mente, enciende mi corazón y haz que todo lo que soy, sea todo tuyo, consagrado exclusiva y totalmente a ti”. 
La fiesta de la Epifanía es muy apropiada para hacer la consagración de amor a María Santísima. Hagámosla con el mayor fervor posible. María nos ha conducido a Jesús, y Jesús nos conducirá a María, su dulcísima Madre.  Uniéndonos a Jesús para honrar a su Madre, le ayudamos, en cierta manera, a pagar su deuda de gratitud a María. Jesús recibió la vida natural de María, y nosotros recibimos de ella la vida espiritual. De manera que estamos unidos a Jesús en esta deuda común de gratitud, y cuanto más íntimamente estamos unidos a Jesús, tanto más perfectamente rezaremos. 

Consejos a Graglia. 4 de enero de 1889