Primera Palabra
"Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34)
Aunque he sido tu enemigo,
mi Jesús: como confieso,
ruega por mí: que, con eso,
seguro el perdón consigo.
Cuando loco te ofendí,
no supe lo que yo hacía:
sé, Jesús, del alma mía
y ruega al Padre por mí
mi Jesús: como confieso,
ruega por mí: que, con eso,
seguro el perdón consigo.
Cuando loco te ofendí,
no supe lo que yo hacía:
sé, Jesús, del alma mía
y ruega al Padre por mí
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la cruz para pagar con tu sacrificio la deuda de mis pecados, y abriste tus
divinos labios para alcanzarme el perdón de la divina justicia: ten
misericordia de todos los hombres que están agonizando y de mí cuando me halle
en igual caso: y por los méritos de tu preciosísima Sangre derramada para mi
salvación, dame un dolor tan intenso de mis pecados, que expire con él en el
regazo de tu infinita misericordia.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Segunda
Palabra
"Hoy estarás
conmigo en el Paraíso" (Lc 23, 43)
Vuelto hacia Ti el Buen Ladrón
con fe te implora tu piedad:
yo también de mi maldad
te pido, Señor, perdón.
Si al ladrón arrepentido
das un lugar en el Cielo,
yo también, ya sin recelo
la salvación hoy te pido.
con fe te implora tu piedad:
yo también de mi maldad
te pido, Señor, perdón.
Si al ladrón arrepentido
das un lugar en el Cielo,
yo también, ya sin recelo
la salvación hoy te pido.
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la Cruz y con tanta generosidad correspondiste a la fe del buen ladrón,
cuando en medio de tu humillación redentora te reconoció por Hijo de Dios,
hasta llegar a asegurarle que aquel mismo día estaría contigo en el Paraíso:
ten piedad de todos los hombres que están para morir, y de mí cuando me
encuentre en el mismo trance: y por los méritos de tu sangre preciosísima,
aviva en mí un espíritu de fe tan firme y tan constante que no vacile ante las
sugestiones del enemigo, me entregue a tu empresa redentora del mundo y pueda
alcanzar lleno de méritos el premio de tu eterna compañía.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Tercera
Palabra
"He aquí a tu
hijo: he aquí a tu Madre" (Jn 19, 26)
Jesús en su testamento a su Madre Virgen da:
¿y comprender quién podrá de María el sentimiento?
¿y comprender quién podrá de María el sentimiento?
Hijo tuyo quiero ser,
sé Tu mi Madre Señora:
que mi alma desde a ahora
con tu amor va a florecer.
sé Tu mi Madre Señora:
que mi alma desde a ahora
con tu amor va a florecer.
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la Cruz y , olvidándome de tus tormentos, me dejaste con amor y comprensión
a tu Madre dolorosa, para que en su compañía acudiera yo siempre a Ti con mayor
confianza: ten misericordia de todos los hombres que luchan con las agonías y congojas
de la muerte, y de mí cuando me vea en igual momento; y por el eterno martirio
de tu madre amantísima, aviva en mi corazón una firme esperanza en los méritos
infinitos de tu preciosísima sangre, hasta superar así los riesgos de la eterna
condenación, tantas veces merecida por mis pecados.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Cuarta
Palabra
"Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mt 27, 46)
Desamparado se ve
de su Padre el Hijo amado,
maldito siempre el pecado
que de esto la causa fue.
de su Padre el Hijo amado,
maldito siempre el pecado
que de esto la causa fue.
Quién quisiera consolar
a Jesús en su dolor,
diga en el alma: Señor,
me pesa: no mas pecar.
a Jesús en su dolor,
diga en el alma: Señor,
me pesa: no mas pecar.
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la Cruz y tormento tras tormento, además de tantos dolores en el cuerpo,
sufriste con invencible paciencia la mas profunda aflicción interior, el
abandono de tu eterno Padre; ten piedad de todos los hombres que están
agonizando, y de mí cuando me haye también el la agonía; y por los méritos de
tu preciosísima sangre, concédeme que sufra con paciencia todos los sufrimientos,
soledades y contradicciones de una vida en tu servicio, entre mis hermanos de
todo el mundo, para que siempre unido a Ti en mi combate hasta el fin, comparta
contigo lo mas cerca de Ti tu triunfo eterno.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Quinta
Palabra
"Tengo sed"
(Jn 19, 28)
Sed, dice el Señor, que tiene;
para poder mitigar la sed que así le hace hablar,
darle lágrimas conviene.
para poder mitigar la sed que así le hace hablar,
darle lágrimas conviene.
Hiel darle, ya se le ha visto: la prueba, mas
no la bebe:
¿Cómo quiero yo que pruebe la hiel de mis culpas Cristo?
¿Cómo quiero yo que pruebe la hiel de mis culpas Cristo?
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la Cruz, y no contento con tantos oprobios y tormentos, deseaste padecer más
para que todos los hombres se salven, ya que sólo así quedará saciada en tu
divino Corazón la sed de almas; ten piedad de todos los hombres que están
agonizando y de mí cuando llegue a esa misma hora; y por los méritos de tu
preciosísima sangre, concédeme tal fuego de caridad para contigo y para con tu
obra redentora universal, que sólo llegue a desfallecer con el deseo de unirme
a Ti por toda la eternidad.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Sexta
Palabra
"Todo está
consumado" (Jn 19,30)
Con firme voz anunció Jesús, ensangrentado,
que del hombre y del pecado
la redención consumó.
que del hombre y del pecado
la redención consumó.
Y cumplida su misión,
ya puede Cristo morir,
y abrirme su corazón
para en su pecho vivir.
ya puede Cristo morir,
y abrirme su corazón
para en su pecho vivir.
Señor y Dios mío, que por mi amor agonizaste
en la Cruz, y desde su altura de amor y de verdad proclamaste que ya estaba
concluida la obra de la redención, para que el hombre, hijo de ira y perdición,
venga a ser hijo y heredero de Dios; ten piedad de todos los hombres que están
agonizando, y de mí cuando me halle en esos instantes; y por los méritos de tu
preciosísima sangre, haz que en mi entrega a la obra salvadora de Dios en el
mundo, cumpla mi misión sobre la tierra, y al final de mi vida, pueda hacer
realidad en mí el diálogo de esta correspondencia amorosa: Tú no pudiste haber
hecho más por mí; yo, aunque a distancia infinita, tampoco puede haber hecho
más por Ti.
Señor pequé, Ten piedad y misericordia de mí.
Séptima
Palabra
"Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu" (Lc 23, 46)
A su eterno Padre, ya el espíritu encomienda;
si mi vida no se enmienda,
¿en qué manos parará?
si mi vida no se enmienda,
¿en qué manos parará?
En las tuyas desde ahora
mi alma pongo, Jesús mío;
guardaría allí yo confío
para mi última hora.
mi alma pongo, Jesús mío;
guardaría allí yo confío
para mi última hora.
Señor y
Dios mío, que por mi amor agonizaste en la Cruz, y aceptaste la voluntad de tu
eterno Padre, resignando en sus manos tu espíritu, para inclinar después la
cabeza y morir ; ten piedad de todos los hombres que sufren los dolores de la
agonía, y de mí cuando llegue esa tu llamada; y por los méritos de tu
preciosísima sangre concédeme que te ofrezca con amor el sacrificio de mi vida
en reparación de mis pecados y faltas y una perfecta conformidad con tu divina
voluntad para vivir y morir como mejor te agrade, siempre mi alma en tus manos.
Señor pequé, Ten
piedad y misericordia de mí
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